[UNSL] ¿Cómo cuidar nuestra salud mental en épocas de pandemia?

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Mar Jun 8 12:22:59 ART 2021


Noticias
Universidad Nacional de San Luis
8 de Junio de 2021

¿Cómo cuidar nuestra salud mental en épocas de pandemia?

A pesar del cansancio emocional que se vive a raíz de la nueva normalidad
que impuso el COVID-19 a nivel mundial, es necesario seguir extremando las
medidas de prevención, para ayudar a cortar la cadena de contagios. En este
sentido, la Dra. Alejandra Taborda nos da su opinión profesional sobre las
herramientas que podemos implementar para sobrellevar este período.

¿Desde el punto de vista psicológico existen diferencias entre la forma que
afecta el COVID-19 con respecto a otras enfermedades?

Hemos notado diferencias múltiples, las mismas van transcurriendo de acuerdo
a lo que fue la primera etapa en el 2020, donde no podíamos creerlo y
pensábamos que en 15 o 20 días íbamos a poder dominarlo. Y, en este 2021 en
el que no hay tantas esperanzas sobre su dominio, o hay muchas dudas. Muchas
de las cosas que pasaron el año pasado se han ido acentuando en términos del
sufrimiento psíquico. Tenemos que pensar que los/as sujetos en su
constitución tienen un pasado, un presente y proyectos futuros. Este
presente ha roto sus enlaces con el pasado, en el sentido de que son tantas
las transformaciones, que no podemos abarcarlas. A veces los recuerdos de
este pasado se tornan como tenues o poco reconocibles para ser implementados
en el aquí y ahora. Esto lleva un tiempo muy pronunciado y el futuro queda
como en suspenso.

Esto trae aparejado un sufrimiento psíquico, que algunos/as autores/as lo
posicionan en el lugar de constituirse en situaciones traumáticas
colectivas, donde lo traumático no está solo leído desde experiencias
pasadas que inciden en el presente, sino que es en este mismo presente que
se van suscitando.

¿En qué influyen las transformaciones sociales que ha generado la pandemia?

Los/as humanos/as hemos ido creando instituciones en las que vamos
depositando nuestras necesidades de cuidado, una de ellas es la institución
salud. Uno/a tenía la ilusión del siglo XX, de que la ciencia tenía un poder
salvador que hasta había extendido las expectativas de vida, ahora esto se
desgrana, porque la institución está tan demandada que no puede dar la
suficiente respuesta.

Si pensamos en la institución escuela, la educación continuaba siendo la
esperanza de inclusión social. Desde el nivel inicial hasta la Universidad
se iban dando procesos de constitución subjetiva que van complejizando la
mente humana, no solo por lo que implica leer o escribir, sumar o restar y
toda la complejidad curricular, sino también por la convivencia con grupos
hexogámicos. Convivir en la escuela, en relaciones simétricas y asimétricas,
era un factor constitutivo primordial. Ahora, la escuela tiene su presencia,
pero con múltiples transformaciones que tenemos que ir construyendo cómo las
vamos transitando y cómo la institución se prepara para alojar o no.

La escuela trabaja desde la virtualidad y esto reduce el espesor que da el
contacto corporal y la dimensión relacional que se modifica en sí misma.
Gran parte de los procesos educativos y del aprendizaje pasan en las
antesalas al aula: en el recreo, en las reuniones antes de entrar a las
clases, en todos estos espacios en los que no tiene que ver el aula en sí
misma y, a veces trasciende lo que es la escuela, en las reuniones en
domicilios para estudiar, para compartir.

Esta pandemia ha exacerbado procesos de exclusión que eran precedentes: la
pobreza, el maltrato. Las estadísticas dan cuenta de esto, los encierros y
las circularidades que esto implica, son como agentes que abonan la
posibilidad de malos humores y malos tratos. Como se restringe la
visibilidad, como por ejemplo en las escuelas que eran agentes detectores
esenciales de estas situaciones, por eso al restringirse estos espacios,
estas situaciones se pueden potenciar.

¿Qué se ha transformado a nivel de las relaciones con nuestras personas más
cercanas?

En esto hay una transformación central. En prevención hay que trabajar mucho
en hablar, analizar y poner en valor todas estas transformaciones; un darnos
cuenta, para que no pasen como cuestiones automáticas, sino poder compartir
el sufrimiento por estos medios. Antes el acto de amor era abrazar, estar
cerca y ahora el acto de amor es estar a la distancia. Por eso tenemos que
pensar en los pequeños cambios.

Si uno habla con alguien, el 70% de la información que se dice, que da
coincidencia con lo que decís y sentís, pasa por los gestos bucales, que
quedan tapados. Esto implica un esfuerzo neurocognitivo de transformación
para leer la comunicación, que habitualmente es vivido como cansancio.

Las personas están extenuadas y muchas veces no se explican por qué. Muchas
veces, si vos conocés a alguien desde la virtualidad y después lo/a ves con
la cara tapada, después no lo/a reconocés. Todas estas pequeñas cosas hay
que ponerlas en valor, no como síntomas psicopatológicos, sino como
sufrimiento psíquico. No es lo mismo estar con una enfermedad como la
depresión que estar sufriendo, a veces las conductas son similares, pero en
términos de salud mental hay que diferenciarlas.

¿En qué se diferencia la tristeza de la depresión?

La tristeza a veces aplaca, pero siempre hay indicios de vitalidad por
continuar en un proceso de transformación. Cuando alguien no es reconocido
en la tristeza, tiende a ocultarla y sobre adaptarse. Una prevención ideal
es poder ser reconocido en los sentimientos genuinos y compartirlos, con los
altos y bajos que esto otorga. Al principio de la pandemia lo que hubo fue
un «salir a hacer constante», para que no se note que esto nos sucedía. Pero
estas esperanzas fueron decayendo y hay que poder volverlas a armar.

Otro indicador es el esfuerzo y los distintos medios que vamos buscando para
estar con los otros. Algo que se torna como perturbador es el quedar
encerrado endogámicamente con los círculos de pactos compartidos familares.
El ser humano siempre necesita transcurrir entre los grupos endogámicos y
exogámicos para tener otras visiones.

¿Cómo se viven estas dificultades en las familias?

Los/as adultos a cargo de las familias sufren estos miedos y tristezas que
acotan la disponibilidad. Los/as niños/as son captadores esenciales de esos
sentimientos y de los propios miedos, la dimensión lúdica es una herramienta
central para la elaboración del sufrimiento psíquico, pero esto está
acotado, porque es el encuentro con el otro o entre pares.

Hoy, el encuentro con el otro es peligroso y esto es una encrucijada difícil
de sortear en una nueva ola, en la que hay que hacer mucho esfuerzo para
mantener un dejo de futuro que le dé sentido al vivir en una continuidad

¿Qué podemos hacer día a día para tener un poco de normalidad en este nuevo
escenario?

Hay muchos protocolos y recomendaciones de actividades al aire libre, con el
distanciamiento y medidas necesarias. Sin embargo a veces en estas
actividades mucha gente no siempre respeta estas medidas. Son nuevas
normalidades que tenemos que construir. En algunas etapas de la vida son más
trabajosas que en otras, por ejemplo en la adolescencia, donde frente a un
cuerpo que cambia, se necesita imperiosamente la mirada de un otro o de un
par en estos procesos de reconocimientos. Esto es algo que se ve aplanado y
es una de las causas que motiva las denegaciones que los adolescentes van
haciendo sobre esta realidad. A veces la pandemia es planteada como un
problema democrático de elección y no como un problema colectivo y mundial
como realmente es.

Mantener las relaciones con los demás por distintos medios que permiten
seguir cuidándonos es el mejor modo de prevención. A mí cuando me preguntan
si las clases son sincrónicas o asincrónicas, les digo sincrónicas, porque
aunque perdamos el espesor de la corporeidad estamos en un espacio de la
virtualidad por el que podemos preguntar y saber que el otro está ahí.

Hay que ponerle nombre a lo que extrañamos. Hay autores que dicen que
escribamos esto, que lo dibujemos, que lo representemos en documentación que
quede plasmada, para verlo y poder recordar las transformaciones que hemos
hecho para poder prevenir y para reconocernos en esta continuidad. Esto
tiene una función de poder reconocer todo lo que tuvimos que transformarnos,
qué cosas quedarán para las nuevas normalidades y qué cosas no. Conocer cuál
fue el camino de transformación, hacernos historia siempre tiene una función
que promueve la elaboración.

Hay muchas personas que han sentido una oportunidad de reencuentro con
relaciones o que le han dado otro tinte emocional, esto también hay que
ponerlo en valor. Lo que se produjo fue una desaceleración abrupta de un
mundo acelerado, hay que pensar también por qué vivíamos en ese mundo
acelerado y cuáles son los efectos a favor y no tan a favor de haber perdido
esa aceleración.

Aunque uno/a los descubra como beneficios, uno/a tiene que saber los efectos
y saber cómo estaba en la aceleración anterior.

¿Qué otras recomendaciones puede darnos para no bajar los brazos y ayudar
con todo lo que sea necesario para que esta situación mejore

Tenemos que pensar cómo escuchar el dolor del otro, el propio dolor, qué
esperanzas o relaciones amorosas podemos sostener con el otro, con el medio,
con la naturaleza y el mundo en general y cómo potenciar la cooperación que
existe en el ser humano.

Si alguien siente que no puede manejar emocionalmente estas situaciones
tiene que recurrir a los agentes de salud mental sin demoras, ya que
mientras más extendemos el sufrimiento y el miedo, menos posibilidades
tenemos de encontrarle la vuelta. Tenemos que reflexionar en lo que puedo
hacer, lo que no puedo hacer y cuándo puedo o no hacer las cosas, esto es un
eje central.

Nuestro cuerpo funciona al compás de nuestra mente, si uno de los compases
desafina, repercute en ambos, no hay cuerpo sano en una mente enferma, ni
viceversa.

Prensa UNSL
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http://www.noticias.unsl.edu.ar/08/06/2021/como-cuidar-nuestra-salud-mental-
en-epocas-de-pandemia/ 

 

 

 



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